¿Para qué sirve un viejo?

Es la pregunta que Gracia Querejeta deja sin respuesta en su película "Siete mesas de billar francés". En realidad todos sabemos su respuesta: para aprender de su experiencia, de su sabiduría..., pero ¿es así? ¿lo estamos haciendo? Creo que no; que no los escuchamos ni los tenemos en cuenta tanto como deberíamos.
Sin embargo, me sorprendió cuando conocí una iniciativa que sí que apuestan por aprovechar el conocimiento de las personas mayores: "La Confederación de Asociaciones Europeas de Expertos Seniors es una asociación internacional sin animo de lucho integrada por 24 organizaciones Senior de la Unión Europea. Las actividades que realizan están orientadas hacia la rápida y pragmática asistencia a las pequeñas y medianas empresas, preferentemente en los sectores técnicos, comerciales y de formación. Los Seniors Expertos trabajan de forma altruista y voluntaria, aplicando sus conocimientos y experiencia de toda una vida, como aportación para mejorar los niveles de vida de los países en vías de desarrollo [http://www.ceses.net/ y http://www.secot.org/] (fuente: Portal Mayores)

Un paréntesis

Hay etapas en las que la palabra escrita no es necesaria. Desde los ocho años y en periodos intermitentes he ido escribiendo una especie de diario. Estrictamente no era un diario, porque no escribía todos los días pero sí con cierta asiduidad. Un estilo a lo de escribir en este blog, pero los temas, claro, algo más personales. Ahora ya no escribo en un diario, pero puedo revisar mi letra, la forma en que redactaba, vivencias de las que ya ni me acordaba, leyendo las hojas escritas de esos años "de diario" (desde 1986 y hasta el 2000). Es toda una experiencia. A lo que iba es que durante estos años también había importantes paréntesis, a veces había alguna explicación para ello, pero otras veces simplemente es que no me salía.