domingo, noviembre 06, 2005

Árboles con nombres propios

Desde hace más de año y medio, todas las mañanas el camino a mi jornada laboral discurre por la calle Serrano. En la altura en la que yo me muevo, cerca del Instituto Ramiro de Maetzu, el del Estudiantes -en el que estudió también Letizia Ortiz- me llamaba la atención, ya por entonces, los árboles que en ella están plantados. La razón de esto era porque en el suelo, bastantes de ellos, tienen un baldosita blanca, con una cenefa azul clarita que la rodeaba y escrita en ella el nombre de una persona. Claramente por el color blanco y azul tenía que ser de un niño pequeño o de un bebé. Este hecho al principio me dio algo de mal rollo, no sé, me daba la sensación que la baldosa era lapidaria..., quizás son mis recuerdos y las propias percepciones que me hacían asociar ideas de este tipo; en fin, la cuestión es que a veces esto me hacía pensar durante el trayecto y me entretenía imaginando una historia con este elemento misterioso de los baldosines y los árboles. También otras veces me planteaba resolver el dilema y saber por qué estaban esos nombres ahí. Podía preguntar y comentárselo a alguien, consultar algún libro o lo más socorrido y rápido pero no siempre efectivo, buscar en Internet. Al final todo se quedaba entre mis pensamientos y desaparecía cada vez que llegaba al trabajo y me sumergía en mi jornada. El interrogante lo seguía viendo todas las mañanas. Así hasta el 31 de octubre pasado. Como ya es por todos sabido, ese día nació la primogénita del Príncipe de Asturias, Leonor. Me enteré nada más levantarme a las 9 de la mañana y como me causaba mucha curiosidad saber la repercusión de tal evento me puse la televisión. Hice el correspondiente zapping y decidí ver un programa de análisis diario de la actualidad, "Ruedo Ibérico". Ahí estaban la presentadora y los comentaristas hablando y suponiendo acerca de los plazos de modificación de la Constitución, la formación de la futura reina o los posibles replanteamientos de la monarquía en España. Ya terminando el programa, la presentadora tomó la palabra e hizo un comentario que me dejó una sonrisa en la boca: en Madrid era costumbre que cuando nacía un niño (de la alta sociedad? de buena familia?) se plantaba un árbol y se le ponía su nombre. Sí, bueno, quizás el misterio no era tan misterio y era una de las posibles historias que pensé en mis caminos hacia el trabajo, pero lo que fue más curioso es que me enterara de esto justamente el día en que nació la hija de Letizia Ortiz, esa joven que fue al Instituto que está en la calle de los "Árboles con nombres propios".