domingo, enero 29, 2006

Corazón -y mente- de mudanza

Es más que una expresión figurada para mí, estos días. La mudanza está siendo bastante real y física. Mientras me encuentro inmersa en este proceso de reubicar mis cosas y a mí misma en el nuevo espacio, me pongo a pensar en las cosas materiales que día a día, y sin darnos cuenta, (salvo cuando hay que trasladarlas de un sitio a otro) vamos a acumulando y van configurando nuestro mundo privado y particular. En un ejercicio de autocrítica (aunque si alguien alguna vez utiliza estas palabras escritas en contra mía, afirmaré que sufría enajenación mental transitoria) puede ser que tenga demasiadas cosas; no, seguro, tengo muchas cosas, pero no sé si será por mi carácter, la sociedad o yo qué sé, que me he atado y siento esa unión con ellas. La de molestias que nos tomamos para que sigan alrededor nuestro, limpiar, empaquetar, mover, recolocar, volver a mover,...

[...] Cajas de cartón amontonadas en la entrada
"¿Esto de quién es?"
"si no te importa me lo quedaré"
"te noto al hablar una forzada naturalidad"
me puedo reír y a solas llorar

Corazón de mudanza
tengo el corazón de mudanza
corazón de mudanza

Esta nueva casa es más pequeña
me acostumbraré a vivir en ella
por las noches estaré pendiente de la puerta
esperando como siempre a que tu vuelvas
con tu ausencia dormiré cuando amanezca [...]

(Corazón de mudanza, Tontxu, 1998)